lunes, 25 de enero de 2016

Curiosidades

Las casas ecológicas del futuro: a prueba de CO2, alergias y suciedad

Por casualidad, sin buscarlo, como llegan a veces los grandes inventos, un grupo 
de investigadoras españolas se topó hace sólo unos meses con un descubrimiento 
que puede cambiar la vida a cientos de miles de personas alérgicas: un material 
que destruye el polen y puede ser usado en la construcción de edificios.
Tan fácil de aplicar como un spray en la fachada de las casas. Un primer paso
 para desarrollar ciudades antialergénicas.
«Muchos de los científicos que trabajamos aquí éramos alérgicos al polen; un día, 
por casualidad, pensamos que se podría aplicar la fotocatálisis para destruirlo», explica 
Marta Castellote, directora del Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja 
(dependiente del CSIC), en Madrid. Ahí surgió el eureka. La tecnología fotocatalítica, 
que hasta ahora sólo se había usado en materiales de construcción para reducir la 
contaminación y mantener limpios los edificios, también es viable para destruir los 
alergénicos, como ha demostrado.
Los edificios sostenibles son el futuro de la arquitectura. Su desarrollo paulatino 
en las ciudades supondrá una revolución en el urbanismo. 
Servirá, como hasta ahora, para organizar el territorio, pero también para modificar 
condiciones atmosféricas y cambiar el entorno. La contaminación del aire es uno 
de los mayores enemigos de las ciudades. No sólo afecta al sistema respiratorio y 
cardiovascular, sino también está relacionada con la ansiedad y la diabetes, según estudios
 recientes. ¿Quién no ha pensado en emigrar fuera por la capa de suciedad que cubre 
su ciudad?
Parte de la solución podría estar en la fotocatálisis, que no es cosa de magia, es sólo una 
reacción química bastante simple de ciertos componentes con los contaminantes atmosféricos. 
Un edificio considerado 100% fotocatalítico podría eliminar casi el 89% de las partículas 
contaminantes de su alrededor, según algunos estudios. Y el coste básico de dichos materiales 
es sólo un 10% más que los convencionales. Si además se logra eliminar el molesto polen de 
arizónicas y otras plantas urbanas, al que el 25% de la población española tiene alergia, la ciudad 
perfecta no tendrá que ser construida dentro de una esfera de cristal para protegerla del exterior, 
como en las películas futuristas.




La nueva tecnología no es nada complicada, sólo consiste en introducir ciertos elementos 
en los materiales de construcción. Se trata de fotocatalizadores, generalmente de tamaño 
nanométrico (como una mota de polvo) que se activan por la luz del sol o ultravioleta y dan 
lugar a unas reacciones que destruyen los contaminantes más habituales. Pueden eliminar gases
 inorgánicos (por ejemplo, los óxidos de nitrógeno, que son los que forman la famosa boina 
que cubre Madrid) y también compuestos orgánicos volátiles, e incluso podrían llegar a eliminar 
partículas.
El equipo del Instituto Eduardo Torroja ha conseguido demostrar en el laboratorio, en una 
investigación pionera en el mundo, que la fotocatálisis también puede acabar con los elementos 
alergénicos. El polen es muy complicado de destruir, su capa externa lo aguanta todo y 
prácticamente sólo se puede desintegrar por oxidación. Precisamente de la forma que actúa la 
fotocatálisis. El material oxidante se inyectaría en el hormigón y se construirían edificios con la 
fachada a prueba de virus y polen. Caminar por la ciudad en primavera ya no tendría que ser un 
infierno para un alérgico.
Los materiales de construcción inteligentes están en pleno auge en Europa. Cada vez más 
administraciones públicas se interesan por este urbanismo de ciudades sostenibles y limpias.
 El Ayuntamiento de Madrid, por ejemplo, ha construido toda una calle, en el distrito de 
Villaverde, con pavimento fotocatalítico. Se trata del proyecto Life para reducir la contaminación. 
El Instituto Eduardo Torroja se está ocupando de las mediciones, para comprobar si efectivamente 
se reduce la contaminación hasta niveles que merezca la pena.
Los resultados de esta calle de Madrid estarán en primavera, y si funciona, se desarrollará 
también en edificios y en mobiliario urbano. Se fabricará en spray o pintura para aplicarlo más 
rápido.
El prototipo de ciudad fotocatalítica ya está en marcha. París abrió hace unos meses un concurso 
público para que los más afamados arquitectos presentasen proyectos con los que impulsar la ciudad 
hacia el futuro. El más impresionante es el del arquitecto Vincent Callebaut, Paris Smart City 2050, 
que incorpora la santismog towers, rascacielos construidos con materiales que filtran y reducen 
la contaminación. La polémica Torre Monsparnasse sería sustituida por un gigantesco jardín vertical 
capaz de realizar la fotosíntesis y producir biocombustible.




Hasta ahora, la fotocatálisis se había aplicado sobre todo en construcción para autolimpieza de los 
edificios. El primero en Europa con esta técnica fue la Iglesia Dives in Misericordia, en Roma,
 desarrollada por el arquitecto norteamericano Richard Meier. Para ponerla en pie, Meier usó un 
nuevo tipo de cemento, el Blanco TX Millennium, que además de una grandísima resistencia, incorpora 
la autolimpieza: la superficie de cemento bajo el efecto de la luz se limpia por sí misma, con lo cual el 
blanco inmaculado no se ensucia y evita grandes esfuerzos en mantenimiento.

Con la fotocatálisis se puede llegar a transformar una ciudad para hacerla sostenible, pero más allá de 
esta tecnología, existe una nueva generación de materiales de construcción inteligentes que también 
ayudarán a crear ciudades verdes.
Por ejemplo, el hormigón biológico, desarrollado por investigadores de la Escuela Superior de
 Ingenieros de la Universidad Politécnica de Cataluña. Es un hormigón que se convierte en una 
pared de revestimiento vegetal, ya que se colonizan en él variantes vegetales como el musgo, pequeñas 
algas y líquenes. Su mayor ventaja es medioambiental, ya que el nuevo material permite absorber y, 
por lo tanto, reducir el CO2 de la atmósfera, gracias al recubrimiento biológico. A la vez, tiene 
capacidad para captar la radiación solar, lo cual permite regular la temperatura en el interior del 
edificio.

Si todas estas tecnologías se implantan en masa, será totalmente diferente vivir en las nuevas ciudades. 
Y sin la molesta boina encima de la cabeza.

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